miércoles, 10 de febrero de 2016

LA RELIGION INCA

LA RELIGION INCA

* Eran politeístas, panteístas, idólatras, sabeísta y clasista.
* Apu – Kon – Ticci – Wiracocha: Dios de la nobleza impuesto por Pachacútec. Se le adora en el Quisnicancha. Era Wiracocha el ordenador del mundo, aparecía como el civilizador:
“Como dios panandino debió ser difundido e impuesto seguramente desde el horizonte medio, cuando huaris y puquinas configuraban Estados de gran extensión territorial en el perímetro andino. Los incas no lo eliminaron, porque también lo veneraban y tenían mitos que vinculaban a ese dios con ellos mismos. Fue elevado a un sitial tan encumbrado que se le convirtió en un dios mayor de la más alta importancia. Los incas, una vez establecidos en el Cuzco, lo siguieron honrando, haciéndole estatuas y levantándole por lo menos siete templos, todos en el área cuzqueña.” (Waldemar Espinoza. La Civilización Inca. 1995).
Principales dioses: Entre sus principales dioses ya mencionados, también sobresalían:

El Inti:

 (Sol), Dios del pueblo. Se le adoraba en el Coricancha.
* Pachacamac: Dios costeño de la tierra. Máxima divinidad de esta parte del territorio imperial.
* Mama Pacha: Diosa de la tierra.
* Mama Cocha: Diosa del mar.
* Mama Sara: Diosa del maíz.
* Chirapa: El arco iris.
* Quilla: La Luna.
* Coyllur: Estrella.



Dios del rayo, del trueno y el relámpago: “El rayo ocupaba el tercer lugar, después del sol. Se le llamaba Catequil, Libiac, Illapa, Chuquilla, Catuilla e Intiillapa, según los lugares y las circunstancias. Se le conocía como un varón residente en el cielo, que con su honda y porra hacía tronar y llover. Era considerado un dios panserrano en las cordilleras y estepas, sacrificándole llamas y niños. Tuvo muchos templos, como uno muy notable  en el Cuzco, contiguo al Coricancha, y otro en Porcón (Santiago de Chuco / Huamachuco).” (Waldemar Espinoza. La Civilización Inca. 1995.).


“Llamado Yaro en sus orígenes, fue el dios de las lluvias torrenciales generadoras de los terribles huaycos (aluviones), pero también podía y de hecho producía los rayos. Le rendían adoración los llacuaces de las punas de la sierra central en templos muy notables como el de Pariacaca, entre Huarochirí y Jauja. Su ídolo era un oráculo, a cuyo lado estaba otra estatua del dios Shamuna o Xamuna.” (Waldemar Espinoza. La Civilización Inca. 1995).


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