LA RELIGION INCA
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Eran politeístas, panteístas, idólatras, sabeísta y clasista.
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Apu – Kon – Ticci – Wiracocha: Dios de la nobleza impuesto por Pachacútec. Se
le adora en el Quisnicancha. Era Wiracocha el ordenador del mundo, aparecía
como el civilizador:
“Como
dios panandino debió ser difundido e impuesto seguramente desde el horizonte
medio, cuando huaris y puquinas configuraban Estados de gran extensión
territorial en el perímetro andino. Los incas no lo eliminaron, porque también
lo veneraban y tenían mitos que vinculaban a ese dios con ellos mismos. Fue
elevado a un sitial tan encumbrado que se le convirtió en un dios mayor de la
más alta importancia. Los incas, una vez establecidos en el Cuzco, lo siguieron
honrando, haciéndole estatuas y levantándole por lo menos siete templos, todos
en el área cuzqueña.” (Waldemar Espinoza. La Civilización Inca. 1995).
Principales
dioses: Entre sus principales dioses ya mencionados, también sobresalían:
El
Inti:
(Sol), Dios del pueblo. Se le adoraba en el
Coricancha.
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Pachacamac: Dios costeño de la tierra. Máxima divinidad de esta parte del
territorio imperial.
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Mama Pacha: Diosa de la tierra.
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Mama Cocha: Diosa del mar.
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Mama Sara: Diosa del maíz.
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Chirapa: El arco iris.
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Quilla: La Luna.
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Coyllur: Estrella.
Dios
del rayo, del trueno y el relámpago: “El rayo ocupaba el tercer lugar, después
del sol. Se le llamaba Catequil, Libiac, Illapa, Chuquilla, Catuilla e
Intiillapa, según los lugares y las circunstancias. Se le conocía como un varón
residente en el cielo, que con su honda y porra hacía tronar y llover. Era
considerado un dios panserrano en las cordilleras y estepas, sacrificándole
llamas y niños. Tuvo muchos templos, como uno muy notable en el Cuzco, contiguo al Coricancha, y otro
en Porcón (Santiago de Chuco / Huamachuco).” (Waldemar Espinoza. La
Civilización Inca. 1995.).
“Llamado
Yaro en sus orígenes, fue el dios de las lluvias torrenciales generadoras de
los terribles huaycos (aluviones), pero también podía y de hecho producía los
rayos. Le rendían adoración los llacuaces de las punas de la sierra central en
templos muy notables como el de Pariacaca, entre Huarochirí y Jauja. Su ídolo
era un oráculo, a cuyo lado estaba otra estatua del dios Shamuna o Xamuna.”
(Waldemar Espinoza. La Civilización Inca. 1995).
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